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Compartir en Facebook Compartir en Twitter Compartir en LinkedINCruzar la puerta de estos locales no resulta fácil, de ahí que sigan siendo los más deseados entre la escena nocturna de Nueva York. Ya sea por su reducido aforo, porque se precisa de una contraseña para colarse dentro o porque hay que ser lo suficientemente cool para el portero que controla el acceso, los bares secretos de la Gran Manzana generan una especie de adrenalina en el cuerpo que ningún otro club consigue despertar. Sobre todo cuando franqueas la entrada…
Se llamaron speakeasy a los locales ilegales abiertos en Estados Unidos durante los años de la prohibición de alcohol (1920-1933). Normalmente, estaban escondidos en estrechos de callejones y carecían de ninguna señalización para evitar que la policía descubriera su ubicación. Dentro, era condición para la clientela la de época no hacer ruido ni montar escándalos, de ahí su nombre: speak easy, hablar bajito en inglés.
Apothéke (9 Doyers St)
Un compañero de trabajo te cuenta un día que hay un local de moda en una calle escondida de Chinatown, el barrio chino; que los mejores días para ir son los miércoles por la noche pero que solo es posible entrar si conoces la contraseña que te piden al llamar a la puerta. Te aclara después que para conseguir la palabra mágica tienes que ser miembro y que él lo es… Pues adelante, contestas.
Esto existe y es lo que hace cool, en parte, a esta ciudad. Quedan clubs tan curiosos (y famosos) como Apothéke. Resuelto el acertijo de la entrada, se accede a una de las mejores decoraciones interiores que puedas contemplar en Nueva York. Dos ambientes. Todo milimétricamente calculado, emulando una antigua farmacia europea del siglo XIX donde te sirven antiobióticos en vez de copas. Todo tipo de licores y cócteles, así como particulares mejunjes que incluyen especias, desde afrodisíacas hasta relajantes.
Junto a Little Italy, entre Allen St y E Houston St, se halla el triángulo de bares ocultos más conocido del Lower East Side de Manhattan.
The Back Room (102 Norfolk St)
La entrada está escondida tras una valla con una señal que dice Lower East Toy Company. Tras bajar unas escaleras estrechas y caminar por un callejón oscuro repleto de alcantarillas y bolsas de basura (las ratas se cruzan ante tus pies al andar) llegas a la puerta del bar. Una vez dentro, la decoración de The Back Room, inspirada en los bares de los años 20, continúa metiéndote en el ambiente de la época: interior de madera, candelabros dorados, muebles rojos y una gran chimenea en uno de sus dos pisos. Lo más curioso es la librería corredera que esconde otra habitación secreta.
Puesto que en la época de la Ley Seca beber alcohol estaba prohibido, los cócteles se sirven, como entonces, en tazas de té (por suerte bien grandes) y las cervezas se despachan envueltas en bolsas de papel.
Nitecap (120 Rivington St)
Está situado debajo del restaurante Saphiro. Nitecap es conocido por ser uno de los mejores bares de cócteles de la zona.
2nd Floor on Clinton (67 Clinton St)
Escondido tras la puerta trasera del bar-restaurante Barramundi, 2nd Floor on Clintones un habitual punto de reunión para hipsters.
Bathtub Gin (132 9th Ave)
Al lado del High Line, en la novena Avenida y entre las calles 18 y 19, se encuentra esta meca de la ginebra. Que su letrero de la calle no te engañe: tras la supuesta tienda de cafés se encuentra uno de losspeakeasies más estimulantes y completos de Manhattan: coctelería, comida y muy buena música. Y como su propio nombre indica, Bathtub Gin(ginebra de bañera) cuenta una bañera en el local donde más de uno acaba si se pasa con la ginebra.
Le Baron (Mulberry 32)
Cierto, no se trata de un bar oculto, pero su ambiente diferente y especial lo convierte también en una referencia imprescindible en la ciudad. Originario de París, este club nocturno se duplicó en Tokyo y desde hace unos pocos años aterrizó en el barrio neoyorquino de Chinatown.
Le Baron NYC es uno de los últimos proyectos del grafitero, director de cine y diseñador portugués André Saraiva, artista ya conocido en la ciudad por locales como el club Le Bain y, sobre todo, el Beatrice Inn. Para montar este último se asoció con el director de la revista Vanity Fair, Graydon Carter, y es frecuentado cada fin de semana por celebrities como Kristen Dunst, Lindsay Lohan, Irina Shayk o Roberto Cavalli. Decorado íntegramente en tonos rojos y negros, dentro se respira París con un toque asiático, todo envuelto en mucho humo. Desde que se abriera en 2010 es el lugar de encuentro para lo mas chic de la ciudad, incluyendo modelos y diseñadores.
Fuente: Elpais.com
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