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Desde hace un tiempo Vueling es casi la única aerolínea española que nos da buenas noticias. Han sabido encontrar la fórmula exacta para competir y triunfar en la aviación de medio y corto recorrido a nivel europeo. Es una compañía muy práctica y funcional, sin lujos pero con estilo, personalidad propia y sin olvidarse de un precio competitivo. El servicio suele ser impecable y nunca falta ese toque de valor añadido como encontrarse con no sólo su estupenda revista Ling pero también alguna otra como Harper's Bazaar o Esquire, además de música con firma antes del despegue o al aterrizaje.
A riesgo de que me acusen de 'pelota' y dando por descontado que a más de uno no le gustan los uniformes de los auxiliares de vuelo- la verdad es que a ellos no les favorece demasiado-, creo que es el momento de aplaudir sin límites empresas como Vueling que funcionan, que nos ofrecen la posibilidad de viajar a más de un centenar de destinos con tarifas razonables y que lo hacen sin amenazas, ni perdonándonos la vida. Para las demás, recomiendo guardar un discreto silencio que estos tiempos son complicados y tampoco es el momento de sacar los colores a nadie.
Y ahora Vueling nos sorprende con su propio hotel en Barcelona que esperemos sea sólo el botón de muestra de un gran proyecto. Porque para los que nos gusta el mundo de la aviación y sentíamos nostalgia de esas míticas cadenas hoteleras unidas en otros tiempos a compañías aéreas como Le Méridien a Air France, SAS o Swiss... nos encanta esta vuelta al pasado. Para esta experiencia hotelera se han unido a HC (Hoteles Catalonia), uno de los grupos más sólido de nuestro entorno a pesar del poco ruido mediático que hacen.
Este primer Hotel Vueling está situado en Gran Vía, 550, -en pleno Eixample-, y a dos pasos de la parada en Urgell del Aerobus. Ocupa un edificio protegido de principios del S.XX. Las referencias aéreas comienzan desde el mismo momento en que se cruza la puerta de entrada y nos encontramos con dos mostradores de facturación del aeropuerto, una pantalla que nos indica las próximas salidas a al tiempo real y unas cintas para depositar el equipaje...Las recepcionistas podrían ser, por su aspecto, personal de Vueling y efectivamente nos invitan a viajar a 63 destinos, sin dejar el edificio. Hay seis tipos de habitaciones distintas- algunas con terraza y tumbona para tomar el sol- pero todas ambientan un lugar diferente. Yo me fui a Munich aunque con vistas al Tibidabo.
Los guiños al mundo aeronáuticos están por todas partes. Desde el restaurante Gourmet A320 que reproduce el ambiente de un avión y donde cada día se ofrece la especialidad de uno de esos destinos, al Terminal donde se sirven los desayunos que reproduce el Aeropuerto del Prat, a las mismas bolsas con las 'amenities' que son muy parecidas a las que se reparten en viajes de largo recorrido en clase Business.
Como en los aviones, los espacios comunes son re
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